En esa etapa, la religiosa llega a la edad del pleno vigor, del equilibrio, de la estabilidad interior y de la inserción social satisfactoria, es el tiempo de la estabilidad del trabajo; esto se manifiesta en la fidelidad con que se ejecutan las tareas asumidas y en el atenerse rigurosamente a los principios del honor y del respeto mutuo. Es en esta etapa donde cada una busca dar lo mejor de sí, insertándose en las comunidades desde donde se dará la vida en favor de la iglesia, colaborando más directamente en los organismos diocesanos

 

Objetivo general de la etapa: Fortificar a la religiosa adulta madura

Objetivos particulares

 

  •  Formación humana: Asumir este periodo de plenitud de la vida con las propias limitaciones físicas y psicológicas.
  •  Formación comunitaria: Compaginar adecuadamente el deseo de soledad y la necesidad de tener con quienes compartir.
  •  Formación espiritual: Favorecer la interiorización de la vida teologal.
  •  Formación para el carisma:Propiciar un nuevo encuentro y fidelidad dinámica al carisma.
  •  Formación intelectual: Ofrecer un reciclaje doctrinal y profesional.
  •  Formación pastoral:Aportar al máximo y perseverar en la paciencia.